Tengo la mano llenas de las pestañas de las muñecas con las que jugué de niña. Son como insectos desvalidos, casi inertes. Inmóviles. Oscuros. Buscan pupilas que adornar. Buscan pupilas que proteger. Buscan pupilas que cuenten lo que han visto. Pero los ojos no hablan cuando no hay pestañas.
Pronto entendí que respirar era mas importante que decir.
(Fragmento de Historias de una niña insólita)